Decídase hoy a mejorar su testimonio de vida
1.- Lectura Bíblica: Lucas 8:16, 17.
2.- Versículos para memorizar:
“Nadie enciende una lámpara y luego la cubre con un tazón o la esconde debajo de la cama. Una lámpara se coloca en un lugar alto, donde todos los que entran a la casa puedan ver su luz. Pues todo lo secreto tarde o temprano se descubrirá, y todo lo oculto saldrá a la luz y se dará a conocer a todos.” (Lucas 8:16, 17. NTV)
3.- Reflexión en la Palabra de Dios:
Martha no recuerda por qué se enojó. Simplemente estalló en ira. Arrojó a un lado el café, que se regó dejando una estela oscura que se iba expandiendo lentamente. “Deja de ser grosera, por favor.”, le recriminó su esposo. “Cállate. No te soporto”, le respondió y salió del espacio del comedor, tomó las llaves del auto y se alejó dando un tremendo portazo. Eso es lo último que recuerda.
En la noche llegó bien tarde. No sabía con qué palabras excusarse. Reconocía la gravedad de su comportamiento. James, su esposo, estaba recostado. No podía conciliar el sueño. “Perdóname, me equivoqué”, dijo ella. Un primer paso para la reconciliación.
Reconocer cuando hemos fallado es la mejor decisión que podemos tomar si aspiramos un clima de armonía y sana convivencia en la familia y donde quiera que nos desenvolvamos socialmente.
— Generalmente se me dificulta pedir perdón — , me dijo un joven especialista en odontología con quien hablé un día, durante una consulta que hice para que me practicaran un examen.
— Si le pido a mi esposo que me perdone, tomará ventaja— confesó una joven mujer con marcados conflictos en su relación de pareja.
Anteponer excusas para eludir nuestra responsabilidad cuando hemos fallado, nos lleva a la profundización de los conflictos. Lo apropiado es desistir del orgullo, hacer un alto en el camino y pedir perdón si hemos cometido errores.
Sólo cuando obramos así, admitiendo fallas y disponiéndonos a corregirlas con ayuda de Dios, mejoramos nuestro testimonio cristiano. No hacerlo es empeorar las cosas y generar heridas entre las personas que amamos, y aquellas que nos rodean.
Nuestro amado Salvador Jesucristo enseñó que:
“Nadie enciende una lámpara y luego la cubre con un tazón o la esconde debajo de la cama. Una lámpara se coloca en un lugar alto, donde todos los que entran a la casa puedan ver su luz. Pues todo lo secreto tarde o temprano se descubrirá, y todo lo oculto saldrá a la luz y se dará a conocer a todos.” (Lucas 8:16, 17. NTV)
Si deseamos ser luz, es necesario afinar nuestro testimonio de vida. Evaluar en qué aspectos estamos fallando y disponernos a corregir. Imprimir cambios, mejorar, que son dos elementos para crecer.
Estamos de acuerdo en el hecho de que no será en nuestras fuerzas sino con el poder de Dios. Y la decisión de avanzar hacia el crecimiento, toma fuerza cuando le pedimos a Jesucristo que entre en nuestro corazón y haga de nosotros las personas que Él quiere que seamos.
Nunca es tarde para emprender la transformación. Hoy es el día. ¡Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo!
4.- Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:
a.- Si hace un examen de su vida, ¿podría asegurar que es ejemplo para otras personas?
b.- ¿Ha meditado en qué aspectos o quizá comportamiento, afectan su testimonio de vida?
c.- ¿Qué podría mejorar en cuanto a su compromiso de vida?
d.- ¿Ha pedido a Dios que le conceda la fuerza para mejorar aquellas áreas en las que está fallando?
e. - ¿Somete a Dios sus áreas débiles con el fin de experimentar crecimiento personal, espiritual y familiar?
Publicado en: Devocionales Diarios
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