Cimente su relación de pareja con solidez
1.- Lectura Bíblica: 1 Corintios 13:4-8.
2.- Versículo para memorizar:
“La profecía, el hablar en idiomas desconocidos, y el conocimiento especial se volverán inútiles. ¡Pero el amor durará para siempre!” (1 Corintios 13: 8. NTV)
3.- Reflexión en la Palabra de Dios:
¿Cuándo dejamos de entendernos? Esta pregunta de tan solo cuatro palabras encierra el drama que viven infinidad de parejas en todo el mundo, abocadas a una crisis y la eventual separación. No encuentran otra opción que el divorcio. “Si proseguimos juntos, nos causaremos más daño”, es la frase que se escucha con frecuencia.
Quizá todos coinciden en que el amor es el principal fundamento de un hogar y particularmente en la relación conyugal; tienen razón hasta cierto punto, pero no se puede desconocer una realidad: La relación tiende a deteriorarse con el paso del tiempo.
Particularmente, después de los cinco años de convivencia, pareciera que la llama de la pasión se acaba y a menos que hayan otros alicientes, lo más probable es que todos los matrimonios emproblemados decidan acogerse a la separación.
¿Hay salida al laberinto? ¿Queda alguna sombra de esperanza? Sin duda que sí, en la medida en que dispongamos nuestro corazón para hacer una cuidadosa evaluación de cómo van las cosas en nuestra relación y nos dispongamos a aplicar cambios con ayuda de Dios.
Con sobrada razón hay sicólogos y terapeutas de familia que comparan el amor con una pequeña planta. “Si no la riegas termina por marchitarse”, suelen enfatizar. El error entonces gira alrededor de la concepción que tenemos en cuanto a la relación matrimonial. Creemos que al pactar el matrimonio la otra persona es de nuestra pertenencia.
El centro del asunto, sin embargo, es que el amor no es suficiente. Al gusto, la atracción, la admiración y las inclinaciones primarias cuando conocemos a alguien que nos llama la atención y con quien deseamos sostener una relación, deben sumarse otros elementos.
Uno componente de suma importancia lo constituye la comunicación. A pesar de las diferencias de percepción e incluso, de la forma como expresamos el amor, es importante disponer nuestro corazón para llegar al entendimiento, a conciliar, a encontrar elementos comunes.
El hombre tiende a ser más sucinto al hablar mientras que la mujer es más gestual y expresiva. Esas diferencias no podemos desconocerlas por ningún motivo. El tono de voz, por ejemplo, resulta muy importancia porque le imprime pasión o desatención a nuestras palabras.
Un segundo elemento de mucha significación lo representa la expresión adecuada, saber transmitir el amor, la comprensión y la disposición de ayuda mutua.
El apóstol Pablo utilizó un pasaje maravilloso para referirse al amor y a sus alcances: “El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia. La profecía, el hablar en idiomas desconocidos, y el conocimiento especial se volverán inútiles. ¡Pero el amor durará para siempre!” (1 Corintios 13:4-8. NTV)
Le invito a leer el pasaje cuantas veces sea necesario. Hágalo con detenimiento. Descubrirá que entre las características especiales si amamos a nuestra pareja— para circunscribirnos específicamente al círculo conyugal — , encierra dos componentes de suma importancia: La paciencia y la bondad. Pero ligado a estos dos fundamentos está el hecho de que un amor auténtico no es celoso, orgulloso ni acude a la ofensa cuando se siente herido.
Quien ama, respeta la opinión de la pareja, no vive del pasado y llenos del rencor por el daño recibido. Persevera aun cuando haya circunstancias adversas— como por ejemplo las crisis— y decide proseguir. La relación de pareja resulta lo más importante.
¿Comprende todo lo que implica amar? Es la renunciación a nuestro ego, a la actitud de pretender que nuestra opinión prevalezca. A partir de ahí comprendemos que el amor tal como lo apreciamos usted y yo no es suficiente. Hay que alimentarlo día a día con perdón, comprensión, apoyo, tolerancia y estímulo, entre otros elementos.
Avanzar no es fácil, al menos no en nuestras fuerzas. Es necesario que Dios nos ayude. Podemos avanzar en este paso si permitimos que Jesús el Señor ocupe el primer lugar en la relación matrimonial. Es una decisión sabia de la que jamás nos arrepentiremos.
Hoy es el día oportuno para abrirle las puertas de nuestro corazón a Jesucristo. Podemos asegurarle que no se arrepentirá. Si Él mora en su vida y familia, todo irá bien. Ábrale el corazón a Jesucristo hoy.
4.- Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:
a.- ¿Por qué muchas parejas sienten que llegaron al final y no hay otra opción que el divorcio?
b.- ¿Podríamos pensar que hay solución a las crisis en la relación de pareja?
c.- ¿Qué podemos aprender, en cuanto a la relación de familia y con los hijos, al leer el pasaje de 1 Corintios 13:4-8?
d.- ¿Por qué se compara el amor de pareja como “una plantita pequeña”?
Publicado en: Devocionales Diarios
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