Atraiga a las personas, comenzando por la familia
1. Lectura Bíblica 2 Corintios 12:14; Gálatas 6:10
2. Versículo para memorizar:
“Así que entonces, hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe.” (Gálatas 6:10)
3. Reflexión en la Palabra de Dios:
Todas las personas tenemos la potencialidad para ejercer influencia entre quienes nos rodean, comenzando por la propia familia. El fundamento de ese proceso es manifestar interés real por aquellas personas con las que interactuamos diariamente: el cónyuge, los hijos, los compañeros de trabajo, y los amigos, entre otros.
Cuando manifestamos interés en quienes nos rodean, se genera lealtad y confianza hacia nosotros. Es un fundamento para liderar eficazmente. Obviamente, ese principio va ligado de aprender a apreciar y valorar a las personas. Sume estos ingredientes y encontrará que se eliminan las barreras, se generan espacios de confianza mutua y se recobra la credibilidad.
Esto por supuesto está íntimamente ligado a la preocupación que debemos tener por todos los integrantes de nuestra familia.
Dar un trato especial a todas las personas es lo que recomienda el afamado motivador cristiano, John Maxwell:“Los grandes líderes tienen esa cualidad especial que hace que las personas se sientan atraídas hacia el magnetismo y la personalidad de ellos. Los grandes artistas evidencian esa característica “extra”. Todos poseemos la potencialidad para desarrollar la cualidad que marca la diferencia entre la personalidad y una personalidad superior. Preguntémonos: ¿Qué cualidades atraen a los demás hacia mí? Podemos resumirla en una sola palabra: Carisma.” (John Maxwell. “Liderazgo eficaz – Cómo influir en los demás”. Editorial Vida. 2009. EE.UU. Pg. 25)Las buenas relaciones interpersonales se construyen a partir de ser realmente sinceros, honestos y transparentes. Si engañamos o dejamos evidenciado que no respetamos nuestra palabra o quizá, guardamos en confidencialidad lo que nos cuentan otras personas, sin dura iremos erosionando el terreno y el trato con otros se tornará cada vez más difícil.
Debemos dar lo mejor de nosotros, sin prevenciones. También, dejar de lado toda hipocresía. No hay nada más chocante alguien que te saluda de mano pero, en su rostro, pone de manifiesto que no le interesas en lo más mínimo o que quizá piensa que eres inferior a él o ella.
Cuando nos disponemos en el proceso de transformación personal y espiritual con ayuda de Jesucristo, un primer paso que reafirma el camino en el que ahora nos movemos, es eliminar las barreras en las relaciones humanas y aplicar nuevos principios, que nos permitan convivir con otras personas así no compartamos sus ideas, sueños y expectativas de vida.
El apóstol Pablo escribió algo que comparto con ustedes hoy: “Así que entonces, hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe.” (Gálatas 6:10. La Biblia de las Américas)
Hacer el bien a los demás, en la medida en que dispongamos de los medios necesarios, no solo es un comportamiento práctico cristiano sino que además, contribuye a levantar puentes de entendimiento, de diálogo y a mejorar las relaciones interpersonales. Está ligado al carisma que se torna en distintivo de muchas personas atrayentes en el entorno en el que se desenvuelve.
¿Está dispuesto a probar? Si es así, demuestre sincero interés por las personas, comenzando por su familia. Puedo asegurarle que evidenciará cambios en su mundo interior y exterior. Hoy es el día para dar ese paso. Buen trato, interés genuino por las personas, disposición a darles un tramo amable y comprensivo. Tres fundamentos para unas buenas relaciones interpersonales.
Si no ha recibido a Jesucristo hoy es el día para que lo haga. Puedo asegurarle que no se arrepentirá. Prendidos de la mano del Señor Jesús emprendemos el maravilloso camino hacia el crecimiento personal y espiritual que tanto anhelamos. Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo. No se arrepentirá.
4. Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:
a. ¿Demuestra genuino interés por otras personas?
b. ¿Es consciente que nuestras palabras, gestos y expresiones, edifican o destruyen las relaciones?
c. ¿Ha identificado problemas en sus relaciones interpersonales?
d. ¿Ha involucrado a Dios en su propósito de experimentar cambios en las dimensiones personal y espiritual?
En adelante es importante evaluar cómo estás sus relaciones interpersonales y disponerse a cambiar aquello que considere oportuno
Publicado en: Devocionales Diarios
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